CHILE: El antes y el después del agua en la ruralidad.
Gonzalo Jaramillo
Director del Programa Agua Rural de Anglo American
Es un hecho que en las últimas décadas nuestro país ha sufrido directamente una de las consecuencias del cambio climático: la escasez hídrica. Siendo las zonas rurales las más afectadas. Para afrontar esta situación, distintas autoridades y entidades han llevado a cabo proyectos e iniciativas que buscan mejorar el abastecimiento de agua en estas comunidades.
Con los años, hemos visto cómo diferentes agentes de la sociedad se han ido sumando para aportar en esta línea. Los servicios de Agua Potable Rural (APR), hoy en proceso de migración a SSR (Servicios Sanitarios Rurales), nacieron en Chile en 1964 de la mano del Ministerio de Obras Públicas (MOP), cuando un 94% de las personas de zonas rurales no contaba con acceso al agua. Desde entonces, el panorama ha cambiado mucho, siendo testigos de mejoras en la infraestructura para disponibilizar el agua -en menor medida respecto a inversiones en la gestión de esta-, sumado a una crisis climática que genera cada vez mayores desafíos. Aun así, hoy vemos un antes y un después en el acceso al agua potable en entornos rurales, gracias al trabajo colaborativo del sector público, el sector privado y las propias comunidades.
En estas últimas, la dura realidad es que cada vez hay menos agua, pero la percepción de por qué sucede esto muchas veces se generaliza y se aleja de las acciones correctas. Se atribuye a que existe una baja en los acuíferos o que el pozo está sin agua o porque “simplemente se secó”, pero muy pocos analizan los problemas de gestión y administración que tienen los sistemas de agua potable rural. Esto es el antes, donde los operadores, que generalmente son personas de la misma comunidad, operan a ciegas; tienen que ir, mirar y gestionar manualmente el estanque; donde en el caso de una rotura de matriz pueden pasar horas, y a veces días, sin ser detectado el lugar específico de la falla, en algunos casos alertados por los propios vecinos; o donde solo actuando de manera reactiva se denota que no sale agua de la llave.
El después son realidades como las que hemos evidenciado en distintos APR de las regiones Metropolitana y de Valparaíso, donde gracias a la implementación de tecnología de Internet de las Cosas (IoT), basándose en la interconexión digital de diversos objetos físicos, ocurre el intercambio de datos con otros dispositivos. En simple, se entrega una fotografía real del funcionamiento de los sistemas, donde el foco operacional está centrado en el monitoreo y centralización de datos, análisis y automatización del sistema. A través de la implementación tecnológica y del trabajo colaborativo, disminuye el racionamiento; a su vez, se optimizan los llenados de estanques y se controlan los vaciados, logrando mayor gestión operacional de los sistemas y, por lo tanto, aumentando la disponibilidad de agua para las personas.
La integración de la tecnología en las comunidades trae consigo una evolución, lo que ha significado romper la brecha digital y reemplazar el desgaste físico por alertas preventivas en los teléfonos móviles de los operadores, generando una transferencia de conocimientos que contribuye a una transición justa de las comunidades, cambiando de manera inmediata la realidad de los APR, lo que se transforma en la punta de lanza frente al combate contra la sequía.
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FUENTE
BIOBIOCHILE
https://www.biobiochile.cl/noticias/opinion/tu-voz/2023/01/06/el-antes-y-el-despues-del-agua-en-la-ruralidad.shtml
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