Olga Zárate Esquivel
Presidente de CONAFLU
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Ante la declaratoria de Estado de Emergencia a causa del COVID-19, el Gobierno de Costa Rica ha tomado una serie de medidas con el fin de garantizar la salud de todas y todos los habitantes de la República. Una de estas medidas es la de no suspender el servicio de abastecimiento de agua potable por falta de pago, así como de reconectar dicho servicio a los usuarios que lo tenían suspendido por el no pago anterior a esta medida.
Esta Directriz de Gobierno, se encuentra enfocada a proteger a las personas que se han visto afectadas por esta pandemia, encontrándose en una situación de vulnerabilidad, ya sea por el detrimento en su salud, la pérdida de su empleo, reducción en sus jornadas de trabajo, reducciones en sus ingresos, entre otras, imposibilitando su capacidad para hacer frente al pago de este servicio.
Sin embargo, al tomar esta medida no se contemplaron las características del modelo de gestión que realizan los acueductos comunales del país, los cuales necesitan de esos ingresos para mantener su gestión operativa de forma eficiente, de calidad y en cantidad suficiente, ya que evidentemente sus ingresos se ven disminuidos y es a través de estos ingresos como se mantiene la operación óptima de los acueductos, este impacto es especialmente importante en los acueductos comunales más pequeños, que son una mayoría en nuestro país, debido a que los ingresos se gastan mes a mes en sus operaciones y además no se cuenta con un fondo de dinero al que puedan acceder en situaciones de emergencias.
Por otra parte, en el marco de la crisis del cambio climático al que nos enfrentamos se presenta el panorama de la sequía, la cual durante estos meses se encuentra en su pico más alto, esto provoca que nuestras fuentes disminuyan su caudal; en contraste, nos encontramos que a causa de la pandemia se ha incrementado el uso del agua debido a la necesidad del constante lavado de manos como barrera efectiva ante el COVID-19; además, las personas se encuentran más tiempo en sus casas y hacen un uso mayor del recurso, en algunas ocasiones desmedido e inconsciente, puesto que lo utilizan para regar el césped, llenar piscinas, lavar sus carros, entre otras actividades. Resulta, por lo tanto evidente, la necesidad de contar con campañas para concientizar y sensibilizar a la población acerca del uso racional del recurso.
Otra problemática que se revela es la dimensión social (la individualidad), en el sentido de que existe poca cohesión entre las comunidades y las ASADAS, lo cual se ve materializado en las Juntas Directivas de nuestras organizaciones, en las cuales se repiten los dirigentes por largos períodos, aunque legalmente se renueven, muchas veces lo que sucede es que se cambian las posiciones en los diferentes puestos de la Junta Directiva; por lo tanto, la ASADA no logra mantener una identidad de organización en la cual las comunidades se sientan identificadas y donde todos quieran ser partícipes.
En un momento como el que atravesamos, esto significa que las personas en las comunidades no han desarrollado una identidad colaborativa comunitaria, no sienten que el acueducto es de la comunidad, sino que simplemente están pagando por un servicio y por lo tanto exigen el servicio sin medir las condiciones sociales, ambientales y económicas que están enfrentando los acueductos rurales en el marco de la pandemia por el COVID-19, entonces se refleja una deficiencia a nivel de identidad y pertenencia en la dimensión social, que enciende una alerta sobre lo que sucede con nuestras organizaciones sociales, las cuales al ser reglamentadas e institucionalizadas dejan de lado la identidad cultural y de pertenencia de las comunidades; esa carencia de identidad y pertenencia cultural o comunitaria, hace que en momentos como estos, los acueductos de base comunal sean entendidos como un simple prestador del servicio y no como una organización social sin fines de lucro, que es de la comunidad, en la que todas y todos los miembros de la comunidad somos usuarios y además somos parte de ella. Por lo tanto debe despertarse la conciencia de “común- unidad” promoviéndose la “co-labor-acción” y el involucramiento, a fin de interiorizar y enraizar esa identidad de los procesos de la que se generan dentro de la gestión comunitaria del agua, con el propósito de cultivar la solidaridad con el grupo de personas que se encuentran liderando los acueductos a través de las Juntas Directivas y que asumen la responsabilidad para que en las comunidades se garantice el derecho humano al agua y al saneamiento a través de los Acueductos Comunales.
Para terminar, resulta imperante visibilizar la brecha tecnológica (digital), especialmente durante este tiempo de la pandemia se ha imposibilitado la realización de reuniones de forma presencial, lo cual ha evidenciado que la mayoría de las personas que son parte de los acueductos comunales no se encuentran preparados ni abiertos para manejar herramientas y mecanismos virtuales de comunicación más allá de las redes sociales; por otro lado, es importante resaltar que en algunas zonas del país la cobertura de la red de internet es deficiente y, en algunos casos, inaccesible financieramente para algunas personas, lo cual dificulta la comunicación, especialmente en tiempos excepcionales como el que vivimos.
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Excelente información Olga, muchas gracias por exponer tan claramente los problemas. El tema de la sensibilización de la comunidad es tan importante, que se deben de idear nuevas formas para hacerlo. Es importante que se introduzcan reformas tanto legales como de políticas públicas para los estados de emergencia, porque si bien la Pandemia del COVID nos tomó por sorpresa, las sequías en la región producen estados de emergencia por sectores cada año, y se debería de tener regulado lo que se va a hacer.